Diario del Cesar
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Así se vivió el Día de la Madre en el cementerio

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Algunas personas aprovechan para adornar las tumbas de sus seres queridos.

Por:
Eduardo
Moscote Sierra

“Le pido al cielo que me la conserve, mi viejecita que yo tanto quiero, cuando me ausento se pone muy triste se mortifica cuando estoy muy lejos (…) madre bendita del alma yo canto por ti”.  La canción ‘Cariño de madre’, interpretada por Jorge Oñate, ha sido un himno en la celebración del Día de la Madre.

Y sin duda, estas letras escritas por Gustavo Gutiérrez, describen el trascender de las mamás y las diversas situaciones que soportan en su afán de formar hijos útiles a la sociedad.

Por eso, muchas familias el día de ayer en Valledupar, celebraron esta fecha con reuniones y llenándolas de detalles.    Al mismo tiempo, otros, cumplían una cita en la última morada, lugar que alberga el ser más importante de cualquier persona en la tierra.

Cada segundo domingo de mayo, hace 11 años, Wilson Aarón Serrano,  llega “sagradamente”, a pasar un largo rato con su mamá adoptiva Victorina Serrano, quien falleció el 6 de febrero del 2008.

Fue abandonado por su madre biológica, pero desde los cuatro meses, Victorina decidió adoptarlo reemplazando esta ausencia.

“Ella me inculcó valores para la vida y en cada visita, sobre todo en esta fecha, se lo agradezco.  Es mi madre y a ella le rezo, y le pido que desde lo alto esté conmigo, como siempre lo hizo”, dijo Aarón Serrano.

Limpió la tumba hasta quedar reluciente, y la adornó con muchas rosas como regalo; miró al cielo y entre lágrimas agradeció haberle tocado “la mejor de todas”.

ESTUVO CONCURRIDO

Cómo la de Wilson, DIARIO DEL CESAR encontró diversas historias en un recorrido en el recinto sagrado.

Expresiones como “yo no olvido a mi madre, fue buena, trabajadora, luchadora para criar a sus nueve hijos”, se escuchaban entre las lápidas del cementerio central.  La anterior era de Teresa Vera, quien hace nueve años visita a su madre en este lugar.

“Espero que esté allá en un puesto muy bueno.  Es la Ley de Dios, tenemos que obedecerla, pero la extraño porque es mi madre”, comentó.

Incluso, hubo espacio para visitar a suegras y amigas que partieron de este mundo terrenal.  Así lo ha hecho durante varios años Zoraida Acevedo, quien asegura que, “algo debe haber en el más allá, pero de que sienten nuestra presencia, lo hacen”.

Su testimonio se basa en los constantes sueños que tiene con ellas en donde manifiesta verlas “en un lugar muy bonito”.

El cáncer se las llevó a ambas, sin embargo, Zoraida jura no olvidar a sus “amorcitos” y continuar llegando a hacerles compañía “desde este lado”.

TODOS LLEGARON

En el Campo Santo también estuvieron hijos, nietos, sobrinos para felicitar a las madres que ya no están.

Aprovecharon además para adornar el lugar con distintos detalles: arreglos de flores, portarretratos con fotografías y la imagen de algún santo.

Una de ellas,  Katia Caicedo, dice que estas visitas le generan ‘guayabo’ al saber que ya no está, pero acepta “los designios de Dios”.