Diario del Cesar
Defiende la región

De fracaso en fracaso

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El 27 de mayo, el gobierno venezolano decretó día cívico, porque en dicha fecha se cumplieron los dos años para el cumplimiento de la renuncia de la nación bolivariana a su permanencia en la OEA, ese ministerio de las colonias, como lo denominó Raúl Roa, ministro de Relaciones Exteriores cubano, en 1962, tras la expulsión de la isla caribeña del seno de esa organización de naciones, por razones idénticas a lo que hoy sucede con el país bolivariano. Es decir, porque millones de sus habitantes le han apostado a un modelo económico, social y político diferente al heredado de la Revolución francesa.

     El 1° de mayo, día de los trabajadores y de los pueblos del mudo, estaba planeado para que conmemorarán en las calles de Venezuela este hecho, que para el gobierno es considerado histórico, pues, asumían la responsabilidad de retirar al país de ese conjunto de repúblicas desde donde se han estado y se están acolitando las agresiones que recibe de los gobiernos regionales y mundiales, que no han escatimado esfuerzos en su intento de derrocar dicho modelo.

     Pero el 30 de mayo, la irredenta oposición venezolana volvió a una intentona golpista, que, a diferencia de la de abril de 2002, contó con la escenografía preparada para la ocasión, con nombre sonoro a la operación aventurera y desesperada, pero con la misma ensordecedora algarabía y griterío de quienes fantasean con la caída de la Revolución Bolivariana.  Por suerte, el derramamiento de sangre al que le apostaron los golpistas internos y externos no se dio y se pudo ver el profesionalismo de sus fuerzas de seguridad, uno de los tantos logros de ese ensayo político, que durante el llamado “caracazo”, en tiempos del puntofijismo y la IV República, produjo más de un centenar de víctimas a manos de militares y policías.

     Frente a este nuevo descalabro del antichavismo, promovido desde USA y por sus vasallos criollos, que se une a la cadena de acciones ilegales y violatorias de la Carta de la ONU sobre la libre autodeterminación de los pueblos, la no intervención ni la injerencia en los asuntos internos de las naciones, y del respeto a la soberanía e integridad de los pueblos, hemos oído y leído de todo. En particular llama la atención la presunción de ignorancia de quienes engañan de manera sistemática a las comunidades latinoamericanas, endilgándoles a ese “régimen” y a quienes lo lideran toda suerte de culpas e injurias, y a Maduro los peores epítetos, incluso algunos que rayan en lo racista. Después del caso cubano, no se había oído tanta canallada sobre el gobierno venezolano dentro de la que se incluye el no reconocerle absolutamente nada positivo a ese proceso que, por supuesto, tiene mucho que mostrar en favor de las mayorías. Solo así se explica que títeres y titiriteros hayan fracasado una vez más, y de forma lánguida; derrotados por un pueblo que tiene bajo sus pies un mar de hidrocarburos y que se niega someterse a los caprichos del colonialismo más pedestre, empeñado en tratar de conquistar el cielo por asalto.

    Luego de este “affaire”, ojalá y el paso siguiente no sea el de la invasión (pasó con Cuba, y en Nicaragua con la “contra”), en la que USA involucre a naciones y gobiernos latinoamericanos satélites, que desate un conflicto regional donde la primera víctima sea la población civil, que no estará a salvo de las bombas y los fusiles de los combatientes. Todo por las ambiciones de unas castas políticas y sociales, que, habiendo tenido su cuarto de hora, pretenden asaltar el poder que no han logrado reconquistar.