Diario del Cesar
Defiende la región

‘Chu’ Castrillón: el último aventurero

1.998

Los constantes viajes que hacía Calixto Ochoa Campo a arreglar su acordeón a Caracolicito, un corregimiento del municipio de El Copey, en donde residía el maestro Ismael Rudas, uno de los más expertos técnico de acordeones de la década de los 50, hizo que Ochoa Campo, quien iniciaba sus actividades en la ejecución de ese instrumento, conquistara muchas amistades en esa población; incluso logró vivir un tiempo en ese lugar, donde hacía sus primeras parrandas.

Entre esos bohemios de la temporada, se tropezó con los hermanos Castrillón Araújo, José de Jesús, y Pedro, cajero y guacharaquero respectivamente, con quienes al final, orquestaría una titánica gira en búsqueda de nuevos horizontes que les diera progreso musical y la grabación de un disco que, solo podía darse en Barranquilla.

Cualquier año, en una ceremoniosa Semana Santa, después del canto de gloria, José de Jesús, a quien todos conocían simplemente como ‘Chu’, fue a pagar una manda o promesa al nazareno de Valencia de Jesús, y allí se volvió a encontrar con Calixto Ochoa, quien era nativo de esa población, luego del saludo comenzaron a recordar los momentos que habían vivido en Caracolicito.

“Con el acordeón al pecho, montado en un mostrador de una tienda, ahí me volví a encontrar con el negro Calixto, me le acerqué, lo saludé, nos abrazamos y de inmediato me entregó la caja a mí, porque a él le gustaba el golpe de mi toque”, así narra ‘Chu’ ese reencuentro con Calixto Ochoa, lo que se constituiría en el punto de partida de la exitosa carrera del acordeonero.

José de Jesús Castrillón Araújo, hoy está jubilado por la vida, con más de 80 años a cuestas, sigue campante, empotrado en una enjuta figura que le da gran habilidad para jugar horas enteras en una mesa de dominó en la plaza principal de El Copey, en donde sacude las fichas de marfil, con la misma fuerza como golpeaba los merengues que le dieron fama en el repique de la caja.

“Después de ese encuentro con Calixto en Valencia, nos venimos para Caracolicito, y nos dijo Orlando Nola Maestre, quien era un guitarrista nacido en Los Venados, a Pedro y mí que saliéramos a una gira que ayudáramos a Calixto, y fue así como partimos, en esos tiempos de incomodidades y poco desarrollo” asegura el cajero.

 

POCAS GANANCIAS

La poca importancia que se le daba al acordeón en esos tiempos, no les permitía tener buena remuneración y casi todo lo que conseguían se les iba en trago y cualquier aventura amorosa que se les presentara en el camino, estos inconvenientes, más las penurias de la travesía, al poco tiempo hicieron desertar a Pedro, el guacharaquero, lo que los obligó a buscar un reemplazo para no desistir la conquista,que era la grabación.

El golpe de la caja de ‘Chu’ fue dejando su eco en cada pueblo, muchos lo rodeaban para cerciorarse que, de esa famélica figura, ‘reventara’ esa percusión tan fuerte y rítmica que se escuchaba a kilómetros de distancia. “Eso tal vez fue lo que después me originó unos fuertes dolores en los huesos de los brazos, lo que al final también me hizo devolver”, recuerda José de Jesús.

Pero antes de abandonar la expedición, recuerda que fueron noches enteras de fiesta y aplausos, ya la gente empezaba a darle el visto bueno a las notas de Calixto, recuerda entre tantas poblaciones del viejo Bolívar: El Carmen, Sampués, Chinú, Lorica, Sincé y tantos otros pueblecitos de menos desarrollo, que después pasaron a hacer parte del departamento de Sucre en donde finalmente se estableció Calixto Ochoa hasta la hora de su muerte.

La nostalgia de un hijo pequeño que había dejado, más la ausencia de su hermano Pedro, y el supuesto cansancio, llevó a José de Jesús a enfrentar a Calixto, para decirle que ya no iba más, ya había perdido la cuenta de cuánto tiempo llevaba por fuera y pese a que  el acordeonero le insistió que se quedara, fue inútil, el cajero emprendió la retirada para su tierra, dejando al negro ‘Cali’ solo con Nola Maestre, el único que quedaba de los tres que habían iniciado.

Calixto siguió su camino ya con nuevos integrantes.Mientras tanto, José de Jesús, y Pedro, ‘enderezaban las calles’ de Caracolicito, acompañando ‘conjunticos’ de la región: “En el fondo a mí no me gustaba la vida de músico, no se ganaba nada, por eso fue por lo que me vine, y además yo tenía que responder por una familia” aseguraChu.

Con el paso de los años, Orlando Nola Maestre, también se regresó dejando a Calixto a merced de otros músicos acompañantes, todos sabaneros entre los que se contaba, Ramón Vargas, a quien luego enseñó a tocar y a arreglar acordeones lo que a la postre lo ayudó a penetrar a esa región donde se consagró.

“Me enteré a los años de sus triunfos, pero no lo busqué, no por pena, sino que como le digo, esa caja me hacía doler mucho los huesos, por eso pasé a tocar la marimba y con Nola, Pedro y yo, armamos un conjunto con el que nos rebuscábamos en los pueblos cerca de nuestra región”

De lo que, si dice no caberle duda, es que fue ficha fundamental del éxito del maestro Calixto Ochoa, y eso lo esboza orgulloso, pese a que nunca lo ocupó cuando ya era el exitoso artista del país, ni tampoco pretendió volver a su lado.

El día que ‘Chu’ se enteró de la muerte de Calixto Ochoa se puso muy triste: “Una de las cosas que más me dolió fue no haber podido ir a su entierro, porque a pesar de que lo dejé solo en esa ocasión, siempre lo aprecié y defendí su música. Nunca me dio un peso después de famoso, porque yo no lo busqué, pero si hubiera ido, tengo la seguridad que me hubiera dado algo, porque él era un hombre de buen corazón”, acota.

José de Jesús es el único sobreviviente de esa gira que iniciaron en 1956, está próximo a cumplir 85 años, y  sigue  orondo bajo el sol ardiente de El Copey  en su cruz de dominó, en donde se despinta con la misma facilidad con la que le hace el quite a los años, y sonando las fichas como si estuviera en un solo de caja en el Festival Vallenato, en donde una vez se enfrentó a Cirino Castilla, uno de los primeros que le vaticinó su grandeza en la ejecución de la caja.