Diario del Cesar
Defiende la región

¿Nuevo acuerdo nacional?

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Ojalá el presidente Petro pueda promover con éxito, una vez más, el Acuerdo Nacional. Es inescapable establecer las razones por las cuales este no funcionó durante el primer año de gobierno para, de esta manera, superar las fallas que lo caracterizaron y maximizar sus potencialidades. No tengo duda de que, si el Acuerdo Nacional que se gestó en vísperas de la segunda vuelta hubiera sido el producto de una fuerte discusión y como resultado se hubieran establecido unas reglas para ingresar a la coalición resultante, para tramitar acuerdos y desacuerdos, para prevenir desavenencias y desencuentros y, claro está, para participar en el gobierno en forma real, el Gobierno habría estado en la capacidad de presentar un balance formidable de la gestión del primer año.

Eso fue lo que ocurrió, por ejemplo, en el gobierno de César Gaviria en el cual, nada menos que una nueva Constitución Política que sustituyó la que llevaba 105 años, se logró en virtud de un Acuerdo Nacional, magistralmente manejado por el presidente Gaviria. No era un logro menor. Era una gran transformación de la vida política, institucional y social en Colombia. Ese Acuerdo Nacional continúa protegiéndola y aprovechándola. Y no fue el único logro del primer año del Gobierno del presidente Gaviria. Solamente ello le habría bastado para pasar a la historia como un gran gobernante. Como un gran transformador.

Algo similar se podría decir con respecto al gobierno del presidente Uribe o al del presidente Santos. En un opúsculo que publiqué en 2012 (Mesa de Unidad Nacional ECOE Ediciones) recojo algunos datos que ayudan a entender, particularmente, el ejercicio de Unidad y sus consecuencias en el gobierno del presidente Santos.

Y se incluyen algunos textos elaborados por el programa ‘Congreso Visible del Departamento de Ciencia Política de la Universidad de los Andes’ sobre funcionamiento interno de ese Acuerdo.

Sería un error descomunal repetir la experiencia fallida del primer año de gobierno del presidente Petro. Si es que logra el cuasi milagro de otro Acuerdo Nacional, este tiene que ser el resultado de conversaciones serias sobre sus objetivos y su funcionamiento. Y los deberes y responsabilidades de sus miembros, así como los derechos con los cuales deben contar. Uno, principalísimo, el de su participación como partido de gobierno en la composición del gabinete y de otras agencias gubernamentales y, claro está, en la formulación de las políticas públicas. Y, como consecuencia, sus responsabilidades en el proceso legislativo y en la promoción y defensa de esas políticas ante la opinión pública.

Es que el Acuerdo Nacional le otorga al presidente la capacidad de un gobierno mayoritario y ello quiere decir que estará representando eficazmente el mandato de unidad nacional que le impone la Constitución. Pasar de ser minoritario a ser mayoritario es obtener la gobernabilidad democrática, la que no se obtuvo en el proceso electoral. Esa es la realidad política. Insistir en ser una minoría es renunciar a la posibilidad de hacer un buen gobierno que entiendo fue el propósito inicial del presidente Petro. Obvio, el tránsito de minoría a mayoría no es gratuito. Así debe entenderse. Y no constituye claudicación ni renuncia a postulados fundamentales de una organización partidista. Es la hora de ceder, por supuesto, por parte de todos los actores.

*Exministro de Estado