Cindy, una madre que sobre ‘ruedas’ lucha por una mejor vida
Siente dolor en su cuerpo los 365 días del año, día y noche; es el orgullo de sus dos hijos, pero además el ejemplo de una mujer ‘berraca’, que aunque en lugar de caminar anda sobre ‘ruedas’, la palabra miedo no existe en su cotidiano trajinar. Es motivo de superación y la caracteriza un amor grande de madre, que hace latir su corazón para ir ‘paso a paso’ en busca de un mejor porvenir.
Ella es Cindy Johana Hernández Oliveros, madre de dos hijos, oriunda de El Banco, Magdalena, tierra desde donde salió hacia Valledupar, por cuentas del destino luego de vivir una tragedia que la llevó a una silla de ruedas, la misma que hoy utiliza para enfrentar su realidad.
Su característica sonrisa, su cabello color naranja que la hace sobresalir donde quiera que esté, y sus ojos color miel llenos de luz, a pesar de la dura realidad que le ha tocado vivir, son sus principales cualidades que la hacen diferente, no por su condición de discapacidad, sino por la fuerza que mantiene para luchar por una mejor vida.
La cita fue a las 12 del mediodía, regaló su hora de almuerzo para narrar su ejemplar historia de vida. Tiene trabajo, gracias al proceso de inclusión del que hoy es beneficiaria, y que le ha permitido vivir el momento más feliz de su existencia, el cual vino con la posibilidad de tener bajo un mismo techo, a sus dos hijos Héctor e Iván Orellanos, de 17 y 14 años, respectivamente, quienes se han convertido en su amuleto, en su objetivo de lucha.
En una carnicería ubicada sobre la avenida La Popa de Valledupar, está demostrando lo que es capaz de hacer. Sentada en su silla de ruedas, con unas sondas expuestas como parte de las deficiencias que padece, Cindy no tiene límites. Sobre ruedas se presta para atender al público, pero además se pone la ‘10’ y a través de redes sociales, atiende al 50% de los clientes, e incluso ordena los domicilios.
Es diestra, alegre, amigable y con una fuerza que brota hasta por los ojos. “Soy el orgullo de mis hijos, estoy levantada en esta vida por un milagro de Dios, y si esa es su voluntad no me ha quedado otra que seguir adelante. No me rindo ante nada, y desde mi silla de ruedas velo por el bienestar de mis dos retoños, quienes ahora son mis compañeros, mis apoyo e impulso para seguir. Estoy desbaratada por dentro, pero por fuera la fuerza me pone en los mejores lugares en esta vida”, manifestó con sus ojos llenos de lágrimas, mientras seguía cumpliendo con su trabajo, a pesar de tener enfrente al equipo periodístico de Ajá y Qué.
Su rutina diaria inicia a las 5:30 de la mañana. Sus dos hijos son sus compañeros y ayudantes en su preparación para salir de casa a ganarse la vida. Regresa a las 5:00 de la tarde aproximadamente, a su hogar desde donde inicia el trabajo con sus emprendimientos de cosméticos y alimentos, a través de redes sociales. “No paro de trabajar, siempre y cuando tenga como sostener a mis hijos, todo se vuelve felicidad y esperanza y desde mi silla de ruedas lucho por una mejor vida”.
DE IDILIO DE AMOR A UNA TRAGEDIA
Cambió la alegría por llanto, así fue aquel mes de julio de 2012, cuando Cindy Johana fue atacada por su excompañero sentimental, el cesarense Geiber Orellano Sánchez, quien en un ataque de ira la hirió con un arma de fuego a y luego se suicidó.
Los hechos ocurrieron en medio de las celebraciones del Festival Nacional de la Cumbia, en El Banco, lugar donde se apagó la alegría luego de conocerse la tragedia.
De acuerdo al testimonio de Cindy Johana, después de un año de haber culminado la relación, su ex pareja llegó directamente a dispararle. Entró a su casa, con el pretexto de ver a sus hijos y sin el más mínimo remordimiento sacó de su fajo el arma y le disparó en tres ocasiones para luego propinarse un tiro en la cabeza.
Esta joven mujer, de 34 años, sufrió isquemia medular, además de tener lesiones en algunos órganos y fracturas en el fémur y cadera, que le causan dolores insoportables con los cuales ha aprendido a vivir
“Los disparos me perforaron cinco órganos entre ellos el hígado, intestino delgado y el estómago; pero además uno de los disparos afectó la columna y quedé en esta condición. Ha sido una larga lucha por mi salud, pero sigo adelante por el futuro de mis hijos”, expresó.
NADA ME QUEDA GRANDE
Hoy Cindy Johana forma parte de los más de 60 mil personas con discapacidad, caracterizadas en el departamento del Cesar. Asegura que nada le queda grande, se ha refugiado además en el emprendimiento como una alternativa económica que le ha permitido cubrir el sustento de su hogar.
“Mi proyección es poder dejarle algo a mis hijos. Lucha día y noche por lograr una casa para estar tranquila. Me gusta dar el ejemplo, a mis amigas que se achantan por cosas pequeñas en la vida, las invito a mirar el horizonte con mejores ojos porque en la vida siempre hay esperanza”, aseguró.
Esta luchadora mujer integra la Asociación de Personas con Discapacidad Física de Valledupar, desde donde busca resonar su voz y ser ejemplo de superación ante otras madres que cuentan con muchas más ‘armas’ que ella para salir adelante.
En la actualidad Cindy Johana es calificada como una excelente trabajadora, a quien se le ha dado la oportunidad para que demuestre lo útil que es para la sociedad. Forma parte de los planes de inclusión de la empresa, tendrá garantías laborales y su dedicación será ejemplo para todos en esta tierra vallenata, manifestó Albert Manjarrés, administrador de la empresa donde labora Cindy.
“La discapacidad no es una lucha valiente o coraje en frente de la adversidad. La discapacidad es un arte, es una forma ingeniosa de vivir” (Neil Marcus). Este es el lema de esta noble mujer que hasta que Dios le permita, seguirá sobre ‘ruedas’ demostrando que una mala actitud sería la única discapacidad de un ser humano.