Fatma al-Naami espera junto a varias decenas de personas recibir su ración de alimentos distribuida delante de la alcaldía de Ain Zara, cerca de la línea de frente en el sur de Trípoli, teatro de violentos enfrentamientos.
La tristeza y desazón se leen en los rostros de estas libias desplazados por los combates. La mayoría no quieren ser fotografiados, por dignidad, dicen.
Después de la muerte de su marido por una enfermedad, Fatma al-Naami, de 49 años, acaba de perder a su único hijo, muerto en el bombardeo de su vivienda. Alcanzado por esquirlas de obús, falleció dos días después.
A la espera de su turno para recibir su ración, la mujer no puede contener sus lágrimas.
“Mi hijo está muerto por esta sucia guerra”, repite. “Me siento incapaz de seguir sola (…) Me siento como una muerta en vida”.
Cerca, en el pequeño jardín de la alcaldía, unos niños juegan, despreocupados.
Mahmud juega con sus nuevos amigos, que también huyeron de los combates al sur de Ain Zara. El niño de 12 años tuvo que abandonar junto a sus padres de manera precipitada Ain Zara en donde hay combates desde hace dos semanas.
– ‘Violentos combates’ –
Desde el 4 de abril las tropas del Gobierno de Unión Nacional (GNA) de Trípoli, reconocido por la comunidad internacional, y los milicianos del Ejército Nacional de Liberación (ENL) del caudillo del este del país Jalifa Haftar, se enfrentan por el control de la capital.
Ain Zara, en donde las huertas cedieron lugar a la urbanización, registró los combates más violentos.
Los enfrentamientos dejaron en total 189 muertos y 816 heridos, entre ellos civiles, según un último balance de la Organización Mundial de la Salud (OMS).
Según la Oficina de Coordinación de la ONU para Asuntos Humanitarios (OCHA), más de 18.000 personas huyeron de sus hogares, de ellas 7.000 de Ain Zara, y hallaron refugio en Trípoli y en la ciudades vecinas.
“Partimos de casa hace una semana con mi esposa y mi hijo Mohamad. (…) Los combates eran tan violentos que ya no dormíamos”, cuenta a AFP Abdelsalam, que halló refugio como decenas de personas en una residencia universitaria cerca de la municipalidad de Ain Zara.
En medio de la fila de espera, este padre de familia dice haber tenido “suerte” por obtener un cuarto para su pequeña familia.
“Otras familias más numerosas se amontonan a veces de a siete en una habitación”, explica.
La municipalidad de Ain Zara creó un comité de crisis, un banco de alimentos y una ‘farmacia’ para recibir donaciones de alimentos y medicamentos.
“Recolectamos donaciones para los desplazados a quienes distribuimos más de 1.500 canastas de alimentos para las familias por día”, explicó a AFP Abdel Wahed Blug, alcalde de Ain Zara.
“Pusimos la residencia universitaria a su disposición”, pero sólo puede recibir un máximo de 500 personas, dice Blug, lamentando la falta de asistencia de las organizacioines locales e internacionales.
Tampoco hay ayuda del Estado, señala precisando que “sólo los empresarios y comerciantes vinieron en ayuda de los desplazados”.
Los desplazados también necesitan asistencia psicológica, estima Intisar al Gleb, miembro del comité de crisis.
“Los niños sufrieron traumatismos. Necesitan apoyo psicológico de especialistas”, explica.
Ain Zara, Libia | AFP |