Gran orador, diestro legislador, político y politiquero, conservador de racamandaca, bastión moral de su partido… Todo eso y muchas cosas más fue Roberto Gerlein Echavarría, muerto este 23 de diciembre a los 83 años de edad.
Pero lo que le ganó su lugar en la historia fue que estuvo alrededor de 50 años en el Congreso, primero entre 1968 y 1974 en la Cámara de Representantes, y luego entre 1974 y 2018 en el Senado, con algunos breves recesos en los que fue ministro y embajador.
Evaristo Lourdui, un veterano de la política conservadora, le dijo en alguna ocasión a Gerlein que no se dejara picar por la mosca de la Presidencia de la República y literalmente le hizo caso.
Además de ser reconocido como uno de los mayores oradores del Congredo, Gerlein se volvió en un aliado indispensable de todos los Gobiernos, desde los más ceecanos hasta a quienes les hizo abierta oposición
Con el paso de los años se convirtió en un referente obligatorio para cualquier gobierno en el Senado. Gerlein fue clave en apoyar a Álvaro Uribe en sus dos gobiernos, y luego en los dos de Juan Manuel Santos, a quien apoyó en especial en el tema de la negociación del proceso de paz.
Con orgullo decía que era el más puro de los conservadores y si estuvo 50 años en el Congreso, fue conservador toda su vida. Llegó a la casa azul en 1964 cuando se inscribió para concejal de Barranquilla, dejando de lado la profesión en que se formó: el derecho, para dedicarse a la política.
Fue fiel a sus postulados católicos y principios de familia lo que lo llevó en los últimos años de su vida a trensarse en controversias como cuando se opuso a la unión entre parejas del mismo sexo, las cuales consideraba que no podían tener la misma protección legal que la familia tradicional.
“Digo lo que pienso y trato de pensar lo que digo”, respondió cuando se le preguntó si no le preocupaba en ocasiones poner en aprietos a su partido.
Gerlein también fue gobernador de su departamento, el Atlántico, ministro de Desarrollo, embajador ante las Naciones Unidas y representante a la Cámara.
/Colprensa