Es una dolorosa paradoja, mientras que el consumo de café en el mundo aumenta de forma sostenida, los productores del grano están pasando un mal rato. En efecto, ya sea en cápsulas, molido o soluble, arábica o robusta, la demanda por el café está creciendo de manera pronunciada. En 2018/19 la Organización Internacional del Café (OIC) estima que el consumo alcanzará 165,18 millones de sacos, casi 9,9 toneladas, cifra que es equivalente a un consumo diario de 2.2 miles de millones de tasas. Se está dando una renovación del mercado gracias a la presencia de presentaciones premium de cafés arábicas y del formato en porciones (cápsulas, bolsitas).
La producción también está creciendo y mucho. En 2018/19 se presentaría una oferta mayor que la demanda en este mercado, como en el año anterior. En efecto, la misma fuente informa que en 2018/19 la producción mundial estimada será de 167,47 millones de sacos, con un exceso de café en el mercado de 2,20 millones de sacos, un millón menos que en 2017/18. En estas circunstancias continúa la presión a la baja en el precio internacional del café; el de referencia para los cafés suaves (Contrato C) completa 27 meses cayendo, de 160 centavos de dólar por libra en noviembre de 2016 a menos de un dólar en la última semana. La tendencia se mantendría dado el tamaño esperado de la próxima cosecha en los principales países productores.
La caída sostenida en el precio está asfixiando a los productores de café. Es un hecho que, en las actuales condiciones de un mercado “ofrecido”, las negociaciones entre los productores y los industriales se están haciendo de forma sistemática en detrimento de los primeros, situación que se agrava con la especulación que se está presentando. La producción de café, por cierto, la hacen 25 millones de cultivadores en todo el mundo, 70% de estos son propietarios de parcelas de menos de 5 hectáreas. Ese desequilibrio se refleja claramente en la repartición de valor al interior de esa cadena.
La Federación de Cafeteros y el gobierno diseñaron una estrategia para enfrentar la difícil situación y poder aumentar la rentabilidad de los cafeteros. Los instrumentos son los convencionales, en consecuencia, se reactivará el apoyo directo al precio, se aliviarán las deudas de los cafeteros y se ofrecerá un programa de apoyo en fertilizantes para las renovaciones por siembra y zoca en 2019 con recursos del Fondo Nacional del Café y del Gobierno por 14 mil millones de pesos.
Las medidas no pasan de ser un alivio temporal que no resuelve el problema de fondo que tiene hoy la caficultura: la necesidad de lograr que el comercio de café sea más equitativo, de forma que permita que ciertos productores tengan mayor poder de negociación y puedan tener un precio mayor a sus costos. La necesidad, en otras palabras, de lograr la corresponsabilidad de la industria global para una cadena sostenible. La Federación ha planteado la posibilidad de salir de la Bolsa de New York persiguiendo ese propósito. Sin embargo, no existe hoy en realidad una instancia que garantice una alternativa a la forma de comercializar el café. En esas condiciones, la propuesta no parece viable en el mediano plazo. Sería más conveniente insistir en la regulación del mercado cafetero para enfrentar la especulación y las malas prácticas.