Diario del Cesar
Defiende la región

Pandemia y pobreza 

212

En un estudio muy completo y oportuno, el Dane entregó las últimas cifras sobre la evolución de la pobreza monetaria en Colombia. Una cifra muy esperada porque permite examinar los efectos de la pandemia sobre los hogares colombianos más desfavorecidos, de acuerdo con las categorías que se utilizan internacionalmente para hacer esos cálculos.

Así las cosas, siguiendo las convenciones internacionales, en Colombia los pobres monetarios son personas cuyo gasto per cápita es insuficiente para adquirir una canasta básica de alimentos y no alimentos (vivienda, vestido, educación, salud y transporte), que según el Dane por persona cuesta $331.688 al mes. De otra parte, los pobres extremos son quienes ni siquiera pueden adquirir la canasta básica de alimentos (con un costo estimado de $154.004).

La pobreza monetaria había disminuido en los últimos años gracias a los programas sociales de los diferentes gobiernos, pero se incrementó recientemente como consecuencia de los confinamientos que provocó la pandemia. El resultado fue que 3,6 millones de colombianos entraron a la situación de pobreza. Con esos nuevos cálculos, al cerrar 2020 en Colombia había 21 millones de personas en situación de pobreza monetaria. La incidencia de esta última pasó del 35,7 % de los habitantes del territorio nacional en 2019, al 42,5 % en 2020, un aumento de 6.8 puntos porcentuales.

Los pobres extremos, por su parte, son hoy cerca de siete millones y medio de personas, cuando en 2019 eran 4,7 millones, para un aumento total de 2,8 millones de individuos. Como parte del total de habitantes, hoy hay 15,1 % de pobres extremos en Colombia, cuando en 2019 esa participación era 9,6 %.

El deterioro de la situación social de los colombianos se dio principalmente en las grandes ciudades, que fueron las que más sufrieron con los confinamientos. El incremento más importante en el número de pobres y pobres extremos se dio en Bogotá (31,3 % y 27,5 %, respectivamente), seguida de Cali (10,6 % y 8 %), Medellín (9,4 % y 7,5 %) y Barranquilla (8,7 % y 6,4 %). Los departamentos más afectados por ese flagelo fueron Antioquia (8,5 % de crecimiento en la pobreza), Valle del Cauca (14,6 %) y Atlántico (9,7 %).

Unas cifras que muestran que cerca de la mitad de los colombianos, muchos de ellos habitantes de las ciudades, afrontan dificultades políticas, económicas y sociales para satisfacer sus necesidades de alimentación, salud, educación y vivienda. Ante esa situación tan compleja, las medidas de emergencia adaptadas por el gobierno nacional y algunos gobiernos locales (Bogotá, principalmente) impidieron que llegaran a la pobreza entre un millón y dos millones de personas adicionales.

La importancia de continuar con las ayudas institucionales para paliar la situación es innegable. De hecho, ese era uno de los componentes de la reforma tributaria que había presentado el gobierno. Se buscaba financiar esos programas para poderlos mantener, mejorando su focalización. Con el retiro de la reforma, que se anunció ayer, no es claro cómo se puedan mantener los programas sociales, una necesidad ineludible dada la coyuntura.

El tema, sin embargo, es que para superar la pobreza en el largo plazo no basta con los programas de asistencia. Son una condición necesaria pero no suficiente. Se requiere fomentar el crecimiento económico sostenido para que el ingreso de los colombianos aumente y se puedan erradicar la pobreza y la miseria, cuyas consecuencias sobre la sociedad y las personas son dramáticas. La pandemia deja graves secuelas y debemos hacer entre todos un esfuerzo para superarlas