Diario del Cesar
Defiende la región

Por un Acuerdo Nacional 

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Luego de cinco días de disturbios propiciados por violentos que aprovecharon la protesta social para tratar de sembrar la anarquía, el Gobierno Nacional reconoció el clamor ciudadano y ordenó el retiro de la Reforma Tributaria. Se abre así otra oportunidad para generar un consenso nacional alrededor de las soluciones que necesitan tanto el Estado como la sociedad colombiana.

Durante esos días, en especial el pasado sábado, gran cantidad de colombianos salieron a reclamar contra una propuesta que también fue criticada y rechazada por casi todos los sectores de la política, de la opinión pública y de la empresa privada. Aunque todos reconocen la necesidad de fortalecer las finanzas públicas y de conseguir recursos para apoyar los millones de personas que padecen el desempleo, el hambre y las múltiples necesidades que desencadenó la pandemia, estaba claro que no era el momento para aplicar una propuesta que afectaba de manera importante el bolsillo de los ciudadanos.

Ahora, la decisión del presidente Iván Duque de retirar la iniciativa y lograr una iniciativa que concite el consenso de la dirigencia política y el Congreso, es una oportunidad para superar el difícil momento que terminó en un paro de grandes repercusiones. Y para quitarles a los violentos y a los organizadores del vandalismo el uso de la bandera del derecho a la protesta social para sembrar el terror.

El cambio anunciado por el presidente Duque abre la puerta para encontrar soluciones que reflejen la realidad nacional. Esa perspectiva hace necesario que las organizaciones políticas se involucren en la búsqueda, por encima de los intereses partidistas o las aspiraciones electorales, haciendo posible fijar prioridades y destinar los recursos que se consigan para aliviar la situación del país, gravemente afectada por la pandemia y la parálisis de la economía.

Es pues el momento de la generosidad con Colombia para alcanzar las salidas que requiere con urgencia. Y para rescatar el derecho a la protesta de la amenaza de la anarquía que han querido sembrar, causando graves daños a la vida y la integridad de muchas personas y a los bienes públicos y privados.

Valga la oportunidad también para reclamar de la Nación condenar con vehemencia el vandalismo y los hechos criminales que se cometen contra la fuerza pública. Aquí los delincuentes están a la vista. Los bandoleros no son los pobres policías y soldados a quienes a diario les reclamamos que protejan nuestras vidas, y bienes, pero en los momentos en que actúan en esa defensa, ciertos sectores de la sociedad de manera inexplicable le dan la espalda a la autoridad para reaccionar con oportunidad a la amenaza que hoy se cierne sobre todo el país.

Es necesaria la contención de esta barbarie que han experimentado muchas ciudades del país. No estamos viendo a angelitos actuar regalando confites en la calle. Estamos viendo a poderosos grupos de criminales contra los que hay que actuar con toda la severidad de la ley.

Ya es hora de que el Estado, desde todas sus autoridades hasta el Gobierno Nacional les devuelvan la tranquilidad y la convivencia que se han perdido a manos del vandalismo, ese vandalismo que pareciera estar aplaudiendo la gente que reclama seguridad y protesta por el alto costo de la vida.