Diario del Cesar
Defiende la región

Telaraña que paraliza 

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Por DIANA SOFÍA GIRALDO

Todavía sin comprender mucho, los ciudadanos comunes y corrientes empiezan a entender cómo se está tejiendo la telaraña de la política electoral. La estrategia de empapelar judicialmente para sacar del juego a los competidores es de vieja data, pero por más conocida que sea no deja de sorprender.

Y no es que la justicia no esté obligada investigar, esclarecer la verdad y absolver o condenar. Pero en Colombia se perdió la gradualidad del delito y se privilegian los derechos políticos para quiénes cometieron delitos de lesa humanidad  y fungen hoy como jueces, visibles e invisibles, acusando a diestra y siniestra, mientras se persigue de manera implacable y mediática a quien se atreva a oponérseles. El resultado está a la vista. Esa telaraña no dejará de intentar atraparlos a todos,  de igualarlos como estrategia para acorralar a los contrarios en los estrados judiciales. Si todos son culpables,  aquí nadie es culpable.

Basta ver el protagonismo político, beligerante y público de exfiscales, magistrados y jueces para intuir donde se puede estar tejiendo, con hilos invisibles, la telaraña que atrapa e inmoviliza, especialmente, a los hombres de más vuelo. Quien aspire a gobernarnos debería tener la atención bien concentrada en el acontecer interno de los poderes judicial y electoral. Allí la tienen enfocada quiénes quieren conquistar el poder a cualquier precio.

El caso más visible es el de Álvaro Uribe atrapado y con todas sus energías dedicadas a defenderse y defender a su hermano Santiago. Mientras tanto su prestigio se desgastó, el Centro Democrático se debilitó y el Presidente no gobernó con su partido. Uribe perdió tiempo muy valioso a pesar de haber “ganado las elecciones” y triunfado con su candidato. Aunque quede absuelto en el proceso que se le sigue, las pérdidas políticas y personales son incalculables.

Lo que está pasando con Sergio Fajardo parece tan desproporcionado, que puede convertirse en catapulta electoral. Y llama la atención el descarte que ya comenzó en Antioquia. Empezaron por empapelar a Uribe, luego a Aníbal Gaviria y ahora a Sergio  Fajardo. ¿Quién gana?  Habría que hilar muy delgadito para empezar a develar lo inimaginable, que no se gestó de la noche a la mañana.

El caso de Oscar Iván Zuluaga es elocuente. Lo empapelaron con el  asunto del hacker cuando se acercaba la segunda vuelta presidencial, mientras le ganaban la elección, según dicen algunos de los protagonistas, con dineros de las coimas de  Odebrecht, y como si fuera poco lo mantienen en la mira,  neutralizado con el proceso abierto a su hijo David.

Mientras algunos, en la sombra, brindan y se frotan las manos, no precisamente limpias.

Lo que es visible, aun para los ciudadanos más desprevenidos, es que a los dirigentes de la política, tal como la conocimos hasta hace muy poco tiempo, los tienen bien distraídos, atareados defendiéndose o creyendo que con propuestas y programas de gobierno atractivos se accede al poder, mientras el juego verdadero se continúa tejiendo en otra parte. ¿Dónde?

Periodista – Defensora de DD.HH.