Por ahora, ´nadan´ en el negocio
Resulta altamente detestable la inequidad que se observa en la adquisición de vacunas contra el coronavirus, consideró hace algunos días el Director de la Organización Mundial de la Salud, tras comentar las dificultades que están teniendo los países pobres para adquirir los biológicos e inmunizar a sus poblaciones.
Y era de esperarse que las farmacéuticas ´nadarán´ con sus multimillonarias ganancias a costa de la salud humana en estos momentos de pandemia y de crisis Global.
Antes de la pandemia del covid-19, se sabía del modelo de negocio de las vacunas que llevarlas al mercado representaba grandes inversiones, ciencia compleja y contratos de confidencialidad. Había en ese momento cuatro grandes jugadores en el mercado de las vacunas -GlaxoSmithKline, Merck, Pfizer y Sanofi. Ellos representaban el 90 % de los ingresos por vacunas en 2019.
La llegada de la pandemia revolucionó todo y con esto hizo posible, incluso, que países como Colombia regresen a la producción de vacunas. Dentro de las cosas que cambiaron se encuentra el tamaño del sector en la industria farmacéutica. En 2019 esta era, para el Financial Times, un negocio de $1,3 billones de dólares, en el cual las vacunas representaban apenas el 3 % (unos 33 mil millones de dólares), frente a los 142 mil millones de dólares de las drogas contra el cáncer. Se estima que esa participación alcanza hoy el 8 %.
Los gobiernos están dispuestos a todo para asegurar las dosis que necesitan para lograr la inmunidad de la población. Los países ricos y algunos de ingresos medios, invirtieron millones de dólares para desarrollar la vacuna. Rusia y China financiaron varias candidatas, desarrolladas por compañías privadas y empresas públicas. Con el mismo propósito se dispuso de recursos importantes de fundaciones privadas (Fundación Bill y Melinda Gates y la Coalition for Epidemic Preparedness Innovatios-CEPI).
Con una financiación suficiente, que se estima en 10 mil millones de dólares, pronto compitieron empresas públicas y privadas por esos recursos. La urgencia de desarrollar las vacunas y de aumentar la oferta inspiró nuevas formas de apoyo a la investigación, desarrollo y actividades de producción, así como cooperación entre compañías privadas. El hecho es que el covid-19 creó una compleja situación que se está resolviendo con el concurso de gobiernos y empresas públicas y privadas.
Muchas de estas últimas desarrollaron las vacunas en un plazo menor de un año. Un logro extraordinario, porque se puede tomar hasta diez años obtener una vacuna. A febrero de 2021 había 289 vacunas covid-19 experimentales en desarrollo, 66 de las cuales en diferentes momentos del proceso de prueba. Solo 6 de las 66 pasaron el examen de las agencias de salud más exigentes: AstraZeneca, BioNtech-Pfizer, Gamaleya, Moderna, Sinofarm y J&J. Y hay otras candidatas prometedoras.
Si bien contar con las vacunas es un logro extraordinario, llegar a los países pobres y escalar la producción para que alcance la demanda representan desafíos monumentales. En esos casos también se está dando un cambio de fondo. Las empresas, de acuerdo con la revista Lancet, han empezado a diferenciar los precios de acuerdo con los niveles de ingreso y los gobiernos están financiando el mecanismo Covax. AstraZeneca y J&J, que se beneficiaron de la inversión pública, han anunciado que venderán para el mercado mundial vacunas a precios más bajos. En el margen, dirían algunos, esas empresas no pierden haciendo eso y sí se puede amplificar el efecto de la vacunación, que es lo importante.
Así mismo, la producción de la vacuna estaba limitada por la alta concentración en la capacidad manufacturera. Para resolver eso, algunos países con capacidad de producción de vacunas, como por ejemplo la India o Brasil, hicieron acuerdos con los desarrolladores para sacar la vacuna localmente. Una capacidad que de forma desafortunada perdió Colombia, y que le hubiera permitido ahorrar dinero, vacunar más rápido a la población y participar en esa importante cadena de producción, y a la cual puede volver.