Bien lo pregonaba nuestro Nobel Gabriel García Márquez: ´Todo lo nuestro es macondiano´. Y esa concepción de Gabo de ver las cosas que ocurren en el país le dará razón por toda la eternidad.
La vacunación en Colombia contra el covid-19 definitivamente no comenzará en la última semana de enero, es poco probable que sea en la primera de febrero, tendría alguna posibilidad en la segunda pero todo apunta a que solo a partir de la tercera se pueda empezar a aplicar el biológico a unos primeros miles de compatriotas, sobre todo del sector salud que está en la primera línea de atención a la pandemia.
Esa es la realidad de la campaña de inmunización en nuestro país, más allá de los debates sobre la confidencialidad de los contratos firmados con tres farmacéuticas, la polémica en torno a que en otras naciones latinoamericanas ya arrancó la inmunización e incluso por encima de la alarma nacional que implica el hecho de que, en pleno segundo pico de la pandemia, nuestro país superó el jueves pasado las 50 mil muertes por el coronavirus, se acerca a los dos millones de contagios confirmados y tiene gran parte del territorio sometido a cuarentenas, toques de queda, ley seca, ‘pico y cédula’ y otras restricciones a la movilidad con el fin de frenar la curva epidemiológica, ya que la red hospitalaria está hasta el límite y los porcentajes de ocupación de las unidades de cuidado intensivo se ubican por encima del 90% en promedio.
Por lo mismo, sigue sin respuesta concreta la pregunta principal que, en medio del temor y la incertidumbre, cuando no del dolor y el luto, hoy se hace la mayoría de los colombianos: ¿en qué fecha comenzará en firme la vacunación en nuestro país?
La falta de certeza al respecto no solo aumentó esta semana el tono de las críticas al plan sanitario liderado por el presidente Iván Duque, sino a la estrategia de negociación directa que utilizó el ministro de Salud, Fernando Ruiz, con los laboratorios Pfizer, Janssen y AztraZeneca para el suministro de sus respectivas vacunas. La mayoría de los cuestionamientos tiene un denominador común: ¿Cómo entender que un buen número de países de Latinoamérica ya hayan recibido los primeros lotes de vacunas y comenzado a aplicarlas, incluso teniendo cifras de contagios y muertes por covid-19 mucho menores a las colombianas?
Es más, la semana pasada se generó un halo de esperanza cuando la propia Organización Panamericana de Salud (OPS) anunció que mediante el mecanismo Covax (que maneja la OMS y propende por una distribución equitativa los biológicos) Colombia podría recibir en la primera semana de febrero algunos contingentes de vacunas.
Gina Tambini, representante de la OPS/OMS en Colombia, anunció que “la próxima semana se definirá qué países van a recibir estas vacunas la primera semana de febrero, y Colombia está en este grupo de países, porque cumple los criterios que han sido considerados”. Sin embargo, dos días después, el viernes, se aclaró que, en realidad, solo la próxima semana se definirá cuál será el mecanismo de distribución global, partiendo de la premisa de que Pfizer también tiene retrasos en la entrega de los biológicos al sistema de la OMS. Bajo esta tesis la remisión a los países se podría demorar varias semanas, incluso para marzo.
Frente al cumplimiento de entrega de las vacunas negociadas directamente por Colombia con Pfizer, el Ministro indicó que “el Gobierno se reunió con el presidente del laboratorio Pfizer-BioNTech, el doctor Albert Bourla, y este se comprometió a realizar las entregas de los biológicos de manera trimestral”.
¿Entonces? En ese orden de ideas lo único que resta es esperar, a menos que ocurra algo extraordinario en los próximos días en el frente de la oferta de vacunas. Ese es el país de Macondo.