Diario del Cesar
Defiende la región

Transparencia y eficiencia

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Escuchando que en la ciudad, pasado tres meses, aun no se ha puesto en funcionamiento el Plan de Alimentación Escolar, me vino a la memoria el acompañamiento que hice a  un grupo de estudiantes de básica secundaria, el año pasado y pude conocer la obra, verdadera “ayuda humanitaria”, del padre Juan Guinart en el colegio del Hogar del Niño.  Con un pequeño presupuesto, que obtiene de la ciudadanía vallenata, el sacerdote de origen español alimenta a una población que supera los tres centenares de niños de sectores vulnerables de Valledupar. Allí no se mueven contratos multimillonarios como los que el estado colombiano asigna a verdaderos consorcios relacionados con la administración pública, que, como es de conocimiento nacional, los han enriquecido prestándole a los niños un servicio mediocre o una alimentación infame. En el Hogar del Niño, donde todo es aseo y limpieza, funciona un comedor, con personal que allí mismo prepara los alimentos, con porciones de comida apropiada y una sazón envidiable.

     Precisamente, llegamos en el horario en el que niños con alegría desbordante hacían cola para recibir sus alimentos en medio de una esmerada atención y siempre bajo la supervisión atenta del padre Guinart. Inquieto –porque en esos días había estallado uno de los tantos escándalos de corrupción con el PAE, precisamente en el Cesar -por conocer cuál era el secreto de su obra, me respondió con el título de esta columna. ¿Qué haría usted padre, le pregunté, con los miles de millones de pesos que el gobierno nacional asigna para ese programa de alimentación en las escuelas públicas y que se roban los corruptos? Les daría comida, buena, me contestó con seguridad, a todos los niños pobres de Valledupar.

     Y estoy seguro que sí, porque detrás de esa figura venerable, con fisonomía de santo, no solo está una persona con elevadísimos valores éticos y morales, comprometido con Dios: también está tallado un hombre con sentimientos humanistas.

     Por ello, viendo la  parsimonia, y casi que la negligencia con la que las autoridades oficiales en el país manejan el programa de alimentación escolar, por lo general siempre rodeado de intereses anticristianos, quise recordar a este ser humano intachable, para ponerlo de ejemplo de decencia, dignidad y eficiencia. Escuchando que miles de niños todavía no prueban bocado en las escuelas y colegios de Valledupar, lo que obligó a un duro pronunciamiento de un Órgano de Control local, porque ha sido declarada desierta la contratación, ponemos de ejemplo a Juan Guinart, sacerdote capuchino que adelanta una encomiable obra social educativa y alimentaria en el suroriente de la ciudad. Que con un presupuesto en ayudas sociales, a la que hace más de quince años está vinculada la Fundación Colegio Bilingüe de Valledupar, y muchas empresas y ciudadanos vallenatos, nos da ejemplo de servicio y honestidad.

     Los Guinart, una familia valenciana que aprendió a servir desde siempre en territorio español, nos engendró a Juan –que llegó a Colombia a cumplir con su magisterio sacerdotal en el año 62-, quien dirige desde 1985 el Hogar del niño en Valledupar. Ahí cumple una sagrada misión, que vale la pena conocer y continuar ayudando. Y mejor aún, que debían visitar y apreciar quienes tienen en sus manos un multimillonario presupuesto, con plata de los contribuyentes, para que conozcan esa obra social de la que pueden derivar excelentes experiencias ahora cuando esos recursos todavía no han ido a parar a cuentas o bolsillos de contratistas, o, peor aún, de servidores públicos, cuando tienen el fin sagrado de servir a los pobres.

*Arquitecto*Docente